domingo, 22 de mayo de 2011

Sr. Cura Don Pedro Ramírez Cruz


En diciembre de 2009, el Cronista de Pihuamo, el L. A.E. Carlos Estrada Romero, dio a conocer con motivo del gran homenaje que se le brindó al Sr. Cura Pedro, su biografía que aquí se reproduce.

Sr. Cura Don Pedro Ramírez Cruz

El Sr. Cura Don Pedro Ramírez Cruz nació en Coquimatlán, del vecino estado de Colima, el 29 de Junio de 1922, en la familia formada por los señores Pedro Ramírez Ánzar y Elena Cruz Zamora.

Sus Estudios de primaria los realizó en Comala y, a partir de 1936, los de Humanidades y Filosofía en el Seminario de la ciudad de Colima, el que dejó en 1942 para continuar con los de Teología en Moctezuma, Nuevo México. Ahí recibió la Ordenación Sacerdotal el 6 de abril de 1946. Ese mismo año fue destinado a esta parroquia como Vicario Cooperador. Conoció entonces a Pihuamo y a sus gentes, sus carencias y posibilidades. Iba a regresar en 1964, el 12 de marzo, como Párroco.

Una vez ordenado sacerdote y tras algunos meses de colaborar como Vicario en esta parroquia, fue enviado a Ahuijullo. Después, en 1950, fue Ecónomo Diocesano de la Curia y Capellán en uno de los templos de la ciudad de Colima; al dejar Pihuamo, en 1974, fue nombrado Párroco de Santiago en Manzanillo, y en 1982 de Tecomán. En 1985 se le designó como Canciller y Moderador de la Curia Colima y Párroco en una de las Parroquias de la ciudad. Actualmente tiene el cargo del Juez del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Colima.

Jardín principal de Pihuamo en la década de los 20's


En Pihuamo, sin descuidar las organizaciones parroquiales que habían formado y sostenido sus antecesores, al Sr. Cura Ramírez correspondió impulsar el Movimiento Familiar Cristiano, los Caballeros de Colón y las Jornadas y Cursillos de Cristiandad entre adultos y jóvenes.


Pihuamo en la década de los 40's
En cuanto a la obra material, concluyó la cúpula y el salón parroquial. Inició la construcción del altar mayor, que no se terminó con el proyecto original, pero en su lugar cubrió el muro principal del presbiterio con cantera y colocó una cruz monumental del mismo material. Se recubrieron también con cantera los muros del templo a una altura cercana a los dos metros.


Calle en la década de los 50's.
Por 1951 había fundado en Colima el semanario “La Verdad” y lo dirigió hasta 1963. Acá inició la publicación de un boletín parroquial con el nombre de “Pihuamo”, en el que además de la orientación e información religiosa se hacían comentarios y se informaba sobre la situación de la vida económica, cultural, social, etc., de la parroquia.

En el aspecto de costumbres populares, promovió los Viacrucis por las calles del pueblo y las “albas” en las fiestas de diciembre, costumbre, que, muy modificada en el aspecto profano, aún perdura.

Aunque en todos los campos quedó la huella apostólica del Padre Pedro, se marcó principalmente su esfuerzo por la educación de los feligreses en el templo y en las escuelas. Sin descuidar un ápice su labor pastoral ni sus responsabilidades como Párroco, se entregó a la obra cultural.

Una ocasión escribió que “fueron las circunstancias las que lo llevaron a meterse en el berenjenal de la educación, con el deseo sincero de servir y hacer el bien”; sabemos que ese “berenjenal” no le era del todo desconocido: había sido profesor del Seminario de Colima desde 1951 y en Septiembre de 1954 fundó y dirigió el Colegio “Manuel C. Silva” de aquella ciudad hasta el año que vino a Pihuamo.

En una entrevista que en 1975 le hicieron los alumnos del C.C.H. comentó que cuando se hizo cargo de la Parroquia, al hacer un estudio de sus problemas y necesidades, junto con los padres vicarios y principales vecinos, fue el aspecto educativo el que les pareció más necesario atender.

El Pihuamo que recibió el Sr. Cura Ramírez tenía alrededor de un 90% de adultos analfabetas. Para la juventud, además de los oficios huaracheros, ladrilleros y algunos más, sólo había el trabajo del campo, la emigración “al norte” y para muy pocos el trabajo en el ingenio del Tule y la mina. Para estudiar se tenía una secundaria desde 1960, que funcionaba por cooperación, con muchas carencias y poco alumnado.

La asistencia infantil a las escuelas era escasa. Además de las dos oficiales, funcionaban dos colegios atendidos por religiosas. En estos, los grupos llegaban hasta quinto año; para conseguir el certificado de sexto, algunos alumnos eran inscritos en colegios de otros lugares, o se pasaba a las escuelas oficiales. Lo primero que gestionó el Sr. Cura Pedro fue incorporarlas a la Federación, lo que se logró en Septiembre de ese mismo 1964, completándoles la organización hasta sexto grado.

Los grupos del Movimiento Familiar Cristiano comenzaron a madurar la idea de tener una escuela secundaria bien organizada, y ahí de nuevo estuvo el Sr. Cura, animándolos e impulsándolos hasta que en 1966 comenzó a funcionar, incorporada a la Federación. A esta escuela secundaria le dedicó varias horas de la semana para impartir clases, además de llevar el trabajo de la documentación, lo que significó para la institución el ahorro en los gastos por sueldos a maestros y empleados.

La actuación del Sr. Cura Pedro y los sacerdotes Vicarios en la parroquia en esta nueva escuela no era ni un negocio ni un mero pasatiempo, sino un medio de realizar el difícil apostolado entre la juventud; aunque el Sr. Cura Ramírez ya había obtenido experiencia sobre el particular al fundar y dirigir en Colima el Escultismo Oficial.

Invitó pues a la población y con los sesenta vecinos más importantes del municipio se constituyó una Asociación Civil para respaldar el funcionamiento del Colegio y la Secundaria, así como la construcción de un edificio apropiado y llenar los requisitos de incorporación que pedía la Secretaría de Educación Pública. Con la aprobación y estímulo de sus superiores, la construcción se hizo en gran parte con recursos de la parroquia, hasta lograr un edificio de dos plantas con una superficie construida de unos novecientos metros cuadrados.

Cuando la secundaria llevaba algunos años de funcionar, los padres de familia contemplaron la posibilidad de que Pihuamo contara con un bachillerato, lógico complemento a la preparación que ya se daba a los jóvenes pihuamenses, y de nuevo se abocó el Sr. Cura Pedro a gestionar lo necesario, hasta que vió coronados sus afanes cuando, en 1973, la UNAM acordó la incorporación con el sistema del Colegio de Ciencias y Humanidades, que comenzó a funcionar ese mismo año y en el que el Sr. Cura impartió clases y por muchos años se hizo cargo de la documentación necesaria, además de vigilar el buen funcionamiento de la institución.

Más, como todas las cosas buenas, la obra del Sr. Cura Ramírez en Pihuamo tuvo enemigos gratuitos desde el principio, hostilizándola de muchas maneras y esperando la oportunidad de destruirla. Como muchos de los grandes hombres, sufrió la incomprensión y aún ataques de aquellos que con su labor estaban siendo beneficiados en su persona o en su familia. De esas circunstancias queda una bochornosa mancha en la historia cultural de Pihuamo: en una pseudo-asamblea se atacó inmisericordemente tanto a su persona como a su trabajo en pro de la educación. Es verdad que él propuso como una de las alternativas para que la enseñanza a nivel secundaria continuara, que se facilitara el edificio a la Federación para crear una escuela a este nivel y en ese sistema, más es verdad también que de ahí se aprovecharon muchos para desvirtuar sus ideas y comenzar sus ataques.

En su lucha para lograr la supervivencia de la labor cultural emprendida y sostenida con tantos afanes, no dudó en acudir, interceder y hasta enfrentarse con empresarios, patronatos y organizaciones de toda índole, asistido por el derecho que le daba el haber promovido la Asociación Civil “Centro Cultural de Pihuamo” y la construcción desde la colocación de la primera piedra del Colegio de Pihuamo, hasta el estado en que se encontraba en 1975 y que es casi el mismo que se tiene actualmente.

Al respecto comentó el Sr. Cura: “vale la pena aunar esfuerzos para continuar impulsando todos esos aspectos positivos. Lo negativo no hay que olvidarlo, pero no es lo único que hay que ver”.

El balance de los diez años pasados por el Sr. Cura Pedro Ramírez Cruz al frente de la parroquia, considerando solo su intervención en el aspecto educativo, es totalmente positivo. Lo podemos encontrar resumido en un fragmento de la citada entrevista con los preparatorianos: “En Pihuamo, -dijo el Sr. Cura- se ha logrado lo que parecía un sueño: que los jóvenes, en vez de pistolas, como hace diez años, traigan ahora libros bajo el brazo. Que en vez de insolencias, pedradas o balazos, se oiga en la madrugada el teclear de máquinas apresuradas haciendo tareas escolares o trabajos de investigación literaria. Se ha logrado lo que parecía imposible: despertarles el interés por el estudio, por la sana ambición de llegar a ser algo o alguien en la vida, de alcanzar una profesión”.

En el año de 1996, concretamente el 30 de abril, el Ayuntamiento Constitucional de Pihuamo, en sesión de Cabildo, tomó el acuerdo de instituir el premio “Pedro Ramírez Cruz” a favor del maestro, maestra o profesionista en activo dentro del municipio que se hubiera destacado en forma relevante dentro de alguna ciencia o arte, mérito profesional, servicios a la comunidad, antigüedad en el servicio y participación social.

La razón por la cual se le dio el nombre del Sr. Cura fue que a iniciativa de los propios maestros del municipio se quiso reconocer la gran labor realizada por él durante el tiempo que estuvo desempeñando su ministerio en Pihuamo, preocupándose de manera extraordinaria por impulsar la educación en nuestro municipio.

El acta de Cabildo dice, a la letra:
“En honor de este educador que ha dejado una huella profunda en la labor educativa dentro del municipio de Pihuamo”.

Esta ha sido, aunque muy incompleta, la semblanza de un hombre ejemplar, de un hombre que es guía no solo por su investidura sacerdotal que tiene, sino porque su espíritu de constante servicio a sus feligreses y a la comunidad en general lo llevan a un afán por realizar obras de beneficio como las que, para fortuna de nosotros, los pihuamenses, dejó durante los diez años que estuvo en Pihuamo.

Esta semblanza queda inconclusa, porque, a Dios gracias, el Señor Cura Pedro continúa viendo hacia el futuro y preocupándose por las comunidades a donde su misión sacerdotal lo lleva.

2 comentarios:

  1. Un saludo afectuoso para el Padre Pedro Ramírez Cruz y un reconocimiento por su gran apoyo para que en Pihuamo se lograra la educación secundaria y preparatoria bases para nuestro desarrollo profesional.

    Dra. Alicia Robles López

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  2. Admiramos mucho su gran labor y su gran vocacion, predicando con hechos y valores.

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